Ignacio Videla transforma la mera observación en un acto de contemplación, en un acto espiritual, traspasando el velo de las imágenes y conceptos mentales para permitirnos experimentar lo Divino.
Después de largos años de incesante y profunda observación, ya conoce la posición exacta de cada músculo del cuerpo del caballo antes de iniciar el proceso de modelado.
Precisión muscular y realidad. Luces y sombras fantásticas. Equilibrio y armonía.
Nacido de la arcilla… Bronce eterno de una belleza casi lírica.